Por Geovanna Bañuelos
El pasado 9 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Adopción, fecha instituida desde 2014 con el objetivo de generar conciencia y promover el derecho para que todas las infancias puedan crecer en un entorno familiar.
La familia es la célula principal de la sociedad, es donde se aprenden los valores y, mediante la práctica de estos, se constituye la base para el desarrollo y el progreso de la comunidad. De tal forma, la familia debería fungir como el único espacio donde nos sentimos en confianza y plenitud; el refugio donde nos aceptan y festejan por lo que somos, sin importar la condición económica, cultural, intelectual u orientación sexual. La familia arropa, apoya, ama y respeta.
Desafortunadamente, en nuestro país existen menores de edad que por cuestiones económicas, culturales, naturales, sociales o de salud, quedan en estado de orfandad, lo que trae aparejado una situación de vulnerabilidad respecto al desarrollo de vida.
Hasta agosto del año pasado, por efectos del covid, el número de niñas y niños que perdieron a sus cuidadores primarios o secundarios, incluyendo padre, madre, abuelos con custodia o que vivían con ellos, sumaron 244 mil 500. No son los únicos, derivado de la ola de violencia en nuestro país, en los últimos diez años, alrededor de 800 mil infantes han perdido a su padre, madre o ambos. La violencia o la pandemia arrebataron la vida de miles, dejando niñas y niños huérfanos, para quienes hay muy pocas acciones de protección.
El Estado mexicano enfrenta dos grandes problemáticas, no sabemos con exactitud la cifra de niñas, niños y adolescentes en estado de orfandad, por lo que no es posible dimensionar la situación, además, existen personas que desean adoptar y que encuentran como mayor obstáculo el tortuoso camino que impide concretar la adopción. Es necesario legislar.
Desde el Senado de la República trabajamos por reivindicar el tema de la adopción, a través de su reconocimiento constitucional, así como la conformación de una base de datos, en la que se integre a los niños, niñas y adolescentes en situación de orfandad, con la intención de que la Secretaría del Bienestar diseñe un programa especial de apoyo. De igual forma, estamos elaborando un capítulo relativo a la adopción en el Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares, con la intención de agilizar el proceso e impactar de manera positiva la vida de miles de personas.
La niñez tiene derecho a vivir en familia. Tiene derecho a un desarrollo pleno y en un ambiente de comprensión y amor. La adopción emerge como una posibilidad para restituir este derecho. Adoptar es un acto de amor.