Por Geovanna Bañuelos
Genaro García Luna fue declarado culpable por unanimidad de los cinco cargos que se le imputaban. El veredicto cimbró a la clase política mexicana. No es para menos, es la primera ocasión en la que un exfuncionario de alto nivel es sentenciado por su contubernio con el crimen organizado. Esta situación, produjo en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados, un tórrido debate de descalificaciones a tal grado que el pasado jueves se tuvo que suspender la sesión en San Lázaro.
Los panistas, fieles a sus costumbres, intentaron lavarse las manos; “García Luna no era panista”, dicen, pero olvidaron que durante dos sexenios fue su protegido. Por lo que toca a Felipe Calderón, escribió una carta de autoelogios y ridículos argumentos para deslindarse: “Gracias a que enfrentamos a la delincuencia y a todos los carteles (sic), el crimen se iba debilitando y el Estado se estaba fortaleciendo”.
El caso de García Luna es doloroso para los mexicanos a quienes les arrebataron la vida y por el narcotráfico que se infiltró en las más altas esferas de gobierno. A partir del 2006 comenzó una espiral de inseguridad, de abandono y de violencia fruto de encomiendas instruidas por Felipe Calderón y su denominado súperpolicia, quien durante el sexenio de Vicente Fox dirigió la Agencia Federal de Investigaciones.
El fallo del jurado, nos recuerda que México sigue siendo un país de injusticia e impunidad. La desconfianza por parte de la ciudadanía con el sistema de justicia está rebasada. El 90% de los delitos nunca se denuncian, una tercera parte de los delitos denunciados no se investigan y las autoridades sólo resolvieron el 1% de todos los delitos cometidos en 2021, revela el Informe Mundial 2023 de Human Rights Watch.
“—¿Quiénes son? ¿Es el narco? —No, no son ellos… Esto es de adentro —¿De adentro del Gobierno? ¿Quiénes? —García Luna, de ahí viene.” Este diálogo de 2011, tomado del libro ‘Felipe, el oscuro’ de Olga Wornat, retrata el temor de millones de mexicanas y mexicanos quienes padecimos la inseguridad por parte de quien juró defendernos y protegernos.
¿Cuál es el legado de García Luna y Felipe Calderón? Ríos de sangre de gente inocente, narcofosas, desmembrados, desplazados, extorsionados. El pactaron desde el poder no es otro más que muerte, dolor irreparable ante la desaparición de seres queridos, ante el incremento inconmensurable del secuestro y la extorsión y ante un país que sigue clamando por justicia, por seguridad y por recuperar la paz.
“Centenas de miles han encontrado en el crimen y la violencia un modo de vida” escribe Peniley Ramírez en su libro ‘Los millonarios de la guerra’. García Luna, uno de los principales artífices de nuestra actual tragedia mexicana.