Por Geovanna Bañuelos
El 8 de marzo es un día para visibilizar la lucha de las mujeres por conseguir la igualdad de derechos. Debemos recordar que no ha sido una graciosa concesión los logros de equidad, igualdad y reconocimiento, sino el fruto de lucha y vida de miles de mujeres. Uno de los más significativos triunfos de la lucha feminista en nuestro país se dio apenas hace 70 años cuando, se reconoció en la Constitución nuestro derecho a votar. Desde entonces hemos avanzado en la construcción de un país igualitario.
Hoy, tenemos un Congreso paritario, además, de las 32 entidades federativas, nueve son gobernadas por mujeres; de 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuatro son mujeres; y, de hecho, por primera vez en la historia de nuestro máximo Tribunal Constitucional, está presidido por una mujer.
En tanto, la realidad de las mexicanas es precaria. La violencia de género es sin duda una asignatura pendiente. En 2022 el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 3 mil 754 muertes de mujeres, de las cuales 947 se investigaron como feminicidio. Urge construir una nueva cultura y un nuevo sistema de justicia para que las distintas expresiones de la violencia no escalen hasta el atroz crimen que es el feminicidio. Salir libremente y sin miedo a las calles, debe ser historia.
La violencia también tiene diversas expresiones. Es momento de reconocer el trabajo y cuidado no remunerado que realizan las mujeres. De acuerdo con el Inegi, en 2021, el valor económico de las labores domésticas y de cuidados tuvo un beneficio de 6.8 billones de pesos. Lo anterior significa que esta carga de trabajo es factor de desigualdad de género al restringir la posibilidad de las mujeres de contar con ingresos propios, tener acceso a la protección social, además, participar plenamente en su desarrollo.
Por otro lado, es necesario reconocer que persiste la discriminación laboral y una profunda brecha salarial, es decir, diferencial, significativo e injusto en la retribución que reciben las mujeres por el mismo trabajo que realizan los hombres. De igual forma, es urgente impulsar acciones afirmativas que ayuden a que nuestras niñas y mujeres se integren y permanezcan en el sistema educativo hasta la conclusión de sus estudios, pues el derecho a la educación es clave para el ejercicio de otros derechos humanos.
En palabras de Kofi Annan, “La igualdad de género es más que un objetivo en sí mismo. Es una condición previa para afrontar el reto de reducir la pobreza, promover el desarrollo sostenible y la construcción de un buen gobierno, continuemos luchando para lograr la igualdad y el bienestar de las mujeres”.