Por Geovanna Bañuelos
Lamentablemente unos 735 millones de personas padecen hambre en el mundo, lo que representa un incremento de 122 millones respecto a 2019; en ese año la cifra era de 613 millones de personas. De acuerdo con el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, publicado el pasado 12 de julio por cinco organismos de las Naciones Unidas. Para dimensionar la magnitud de esta compleja realidad, la cifra total de la pobreza alimentaria en el mundo, representa cinco veces más del total de la población en México.
Este significativo incremento del hambre a nivel global en los últimos 4 años está asociado a la pandemia, las perturbaciones relacionadas con el clima y los conflictos, incluida la guerra en Ucrania, como principales causas. En 2022 se observaron progresos en la reducción del hambre en Asia y América Latina, pero siguió aumentando en Asia Occidental, el Caribe y en todas las regiones de África.
En la región de América Lantina hay algunos vestigios de esperanza, tal es el caso de la reducción de la desnutrición en América Latina, que pasó del 6.4% en 2021 al 5.8% en 2022, pero aumentó en el Caribe, del 14.7% al 16.3%. El Índice Mundial de Hambre se deben atender los siguientes indicadores: desnutrición, emaciación infantil (bajo peso), retraso del crecimiento infantil y mortalidad infantil.
Este es un llamado a la acción para todos aquellos que luchamos por un mundo más justo e incluyente. Debemos hacer un esfuerzo mayúsculo para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de acabar con el hambre para 2030.
¿Estamos trabajando para revertir esta situación?
A partir del año 2018 México ha vivido un proceso de profunda transformación social y política, un cambio de régimen que tiene como guía el bienestar de todas las personas, con énfasis en la atención prioritaria de las regiones, entidades y municipios más rezagados del país.
Esta nueva política de bienestar social y combate al rezago social, busca el desarrollo de las capacidades de las personas, reconociendo que son constructoras de su propio progreso, garantizando que los recursos públicos lleguen directamente a las manos de las personas que los necesiten.
Es momento de profundizar la transformación del país, debemos incidir en los factores estructurales que generan la pobreza, exclusión, opresión y desigualdad. Debemos establecer condiciones de igualdad, para que cada niña y niño, cada mexicano tenga oportunidades de salud, desarrollo, plenitud de sus derechos y por supuesto, acceso a una alimentación saludable y nutritiva. Avanzar en la construcción del estado de bienestar, es permitir que México erradique el hambre y vivir libre de miseria.