Por Geovanna Bañuelos
El pasado 1° de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un incremento ‘histórico’ del 20% al salario mínimo para el 2024, pasando de 207.4 a 248.93 pesos diarios. Esta decisión se da por tres razones. Porque hace justicia social a las y los trabajadores de México; porque se llevó a cabo por consenso, es decir, con el aval del sector obrero, el sector empresarial y el sector público; por cumplir con el principio: “por el bien de todos, primero los pobres”.
El aumento al salario mínimo solo es un paso más en la consolidación de la Cuarta Transformación de la República. Hoy los datos demuestran que el peso mexicano no se ha devaluado, al contrario, tiene fortaleza respecto al dólar. Además, con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, se logró que cerca de 9 millones de mexicanas y mexicanos abandonaran la pobreza y 2 millones de personas la pobreza extrema.
Este gobierno toma decisiones en favor del pueblo de México. Gracias a la implementación de una exitosa política económica y social se reivindican los derechos humanos en materia laboral y se afianza el respaldo a la clase trabajadora, quienes hacen posible el desarrollo de la nación. El aumento al salario mínimo se traducirá en la redistribución de los ingresos, abonará a combatir las brechas de desigualdad y generará una sociedad más igualitaria y próspera.
Este es un triunfo de la izquierda mexicana. El PRI y el PAN siempre buscaron que el país estuviera empobrecido y sobre todo transgredieron la vida y dignidad de las personas trabajadoras. Los salarios en sexenios pasados eran miserables, lo que hacía más visible la explotación por parte de los patrones. En 2018 era de 88 pesos, una burla de los gobiernos neoliberales.
El argumento siempre fue que el aumento del salario mínimo se tenía que dar cuando la inflación así lo requiera, sin embargo, eso es mentira. Mientras que este gobierno ha contado con mejores finanzas públicas, las cuales han impactado directamente en los hogares mexicanos.
A cinco años de gobierno se han construido obras magnas y progreso, con justicia y modernidad, forjada desde abajo y para todos. A pesar de los grandes retos que nos trajo la pandemia y la crisis económica que vino aparejada los conflictos internacionales, hoy es posible decir que en el ámbito económico existe ruta y consolidación. El fin último de un Estado es crear las condiciones para que la gente pueda vivir con bienestar.