Por Geovanna Bañuelos
Recientemente fuimos testigos de una campaña publicitaria lanzada por el gobierno de Estados Unidos en nuestro país, cuya difusión a través de diversos medios electrónicosgeneró indignación y preocupación. Un mensaje cargado de odio y desinformación, dirigido a los migrantes, acusándolos de criminales y deshumanizándolos bajo la etiqueta de “ilegales”. Frases como “inundaron nuestras comunidades con drogas…”, no solo carecen de verdad, sino que además atacan los derechos humanos de quienes buscan una vida mejor, lejos de la violencia, la pobreza y la persecución.
El Estado mexicano, no puede permitir que se difunda en nuestro territorio publicidad que promueva la xenofobia, la discriminación y el miedo. Por ello, es de reconocer la iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum para prohibir que gobiernos extranjeros contraten publicidad en México, particularmente cuando sea destinada a sembrar división, desinformar y menospreciar a las personas migrantes.
El espectro radioeléctrico pertenece al Estado mexicano, y es nuestra responsabilidad asegurar que no se utilice para difundir discursos de odio que afecten la cohesión social y pongan en peligro la paz y el respeto mutuo entre nuestros pueblos. No podemos permitir que esta propaganda, que estigmatiza a nuestros paisanos, pase sin consecuencias. La migración no es un problema, es un derecho. Los migrantes no son una amenaza, son una fuerza vital para nuestras economías y sociedades.
En Estados Unidos los migrantes mexicanos aportan más de 2 billones a su economía, generando empleo, impulsando innovación y contribuyendo al crecimiento de esa nación, hay 4.7 millones de empresas latinas que aportan anualmente 800 mil millones de dólares, además, si la comunidad latina fuera un país, sería la quinta potencia económica mundial superando a Rusia, India y Francia (Latino Donor Collaborative).
Este aporte invaluable de los migrantes no puede ser ignorado ni reducido a estereotipos y mentiras. Cada día, miles de mexicanos se parten el alma por sus familias y por su país. Es nuestra obligación, como nación y como sociedad solidaria, defender su dignidad, rechazar la propaganda deshumanizadora y proteger sus derechos fundamentales.
Desde el Senado, buscaremos el consenso para respaldar por unanimidad la iniciativa presidencial para evitar la difusión de propaganda extranjera que atente contra la dignidad y unidad de nuestros pueblos. Es momento de defender nuestros principios de solidaridad, justicia y humanidad. La migración es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la dignidad de los migrantes no tiene fronteras.