Por Geovanna Bañuelos
Respecto a la jornada electoral del pasado 4 de junio en el Estado de México, el sufragio de la ciudadanía brindó su confianza a la coalición Juntos Haremos Historia y derrotó al régimen decadente que perduró por más de 100 años para otorgar la victoria a Delfina Gómez, mujer que gobernará uno de los bastiones más prominentes del semillero político que gobernó por décadas al país amparado en la corrupción, la impunidad, el saqueo y el ejercicio del poder en todas manifestaciones de oprobio hacia nuestro pueblo.
Con las elecciones del pasado domingo, ahora, nos encontramos al alba de la sucesión presidencial del 2024, donde habremos de elegir a quien encabezará la Presidencia de la República, a los representantes en el Congreso de la Unión, nueve gubernaturas, congresos estatales y presidentes municipales.
Para decirlo de una manera directa y clara, el futuro inmediato para la alianza PT, Morena y PVEM, no es terso a pesar de tener avances significativos en el actual proyecto que impulsa el desarrollo nacional. Aún falta hacer realidad los principios de inclusión, justicia, igualdad y fraternidad, mismos que se sintetizan en la frase “por el bien de todos primero los pobres”.
Si bien es cierto, existe un cambio fundamental de enfoque, en donde las personas han pasado de ser objeto de los programas sociales, para constituirse en sujetos a los que el Estado reconoce la propiedad y capacidad para el ejercicio de sus derechos y obligaciones. Sin embargo, aún persisten resistencias para consolidar el proyecto de Nación donde la polarización comienza en una sociedad mayoritariamente pobre y la opulencia de unos cuantos.
Lamentablemente, nos enfrentamos a la incertidumbre, la improvisación y el fanatismo de una oposición sin un rumbo claro, desdibujada que no ha logrado diseñar un proyecto alternativo. Somos testigos de su falta de empatía con el pueblo, a la cohabitación de proyectos políticos antagónicos, unidos por el interés y el anhelo de los fueros y privilegios que extraían del aparato gubernamental.
El diagnóstico, no es positivo para nadie, el 2024 puede estar lleno del proselitismo estridente y la polarización fundada en el odio y la descalificación sin fundamentos. Si bien la competencia política requiere del contraste entre las ofertas políticas que se presentan ante el electorado, es fundamental que este se realice desde el intercambio de ideas. Requerimos de propuestas responsables que presenten alternativas a los ciudadanos.
En tanto, la izquierda tiene la obligación de seguir construyendo y contribuyendo a un México mejor, más justo y con bienestar. En el 2024, todos los actores políticos tienen una obligación cívica con el electorado.