Por Geovanna Bañuelos
El nepotismo es la práctica de otorgar favores, empleos o posiciones de poder a familiares, sin considerar méritos o capacidades. Como una forma de perpetuar los privilegios de las élites, el nepotismo era el fundamento de gobiernos monárquicos y aristocráticos. Recientemente, esta forma de favoritismo también ha manchado de inequidad a las democracias. En México ha sido una de las peores herencias del viejo régimen, un cáncer que ha corroído nuestras instituciones y se convirtió en modus operandi de familias enteras. Un gran ejemplo lo encontramos en el Poder Judicial.
De acuerdo a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad al menos 500 jueces y magistrados de todo el país, “tienen trabajando en tribunales y juzgados a esposas, hijos, papás, sobrinos, tíos, cuñados y hasta suegras. Estas ‘redes clientelares’ se extienden a más de 7 mil servidores públicos de 31 circuitos que también tienen familiares en la nómina”.
Cuando un cargo público se utiliza como herencia familiar y no como un espacio para servir al pueblo, las consecuencias son nefastas. Cuando se obtiene un espacio abusando de los lazos consanguíneos, quienes llegan a esas posiciones carecen, en muchos casos de la preparación o experiencia necesaria e injustamente impide que personas más capaces lleguen a los espacios públicos donde pueden servir con vocación. Esto se traduce en decisiones mal fundamentadas, políticas públicas deficientes y por supuesto, en el fomentode la impunidad.
Dispuesta a acabar con este lastre, recientemente la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció un paquete de reformas para el próximo periodo legislativo, entre las que se encuentra la prohibición constitucional para que consanguíneos directos se conviertan en sucesores de alcaldes, legisladores y gobernadores. No más familiares para heredar el poder. Quienes lleguen, sea por mérito y vocación de servicio y no por compadrazgo o apellido.
La reforma contra el nepotismo fortalecerá la transparencia, reducirá los conflictos de interés y fortalecerá nuestra democracia, al evitar que se concentre el poder en unas cuantas manos y familias. Esto significa gobiernos más competentes, profesionales y cercanos a las necesidades de la gente. Desde el Senado de la República, acompañaremos esta reforma tan necesaria que traerá beneficios, sobre todo en estados donde aún son recurrentes los cacicazgos, favoritismos y redes familiares dañinas cuyos métodos siguen siendo propios del feudalismo.
