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Bandera de la libertad

by Franco Elizondo Marquez

Por Geovanna Bañuelos

Siglo XXI. Muchas personas luchan todavía porque se reconozcan sus derechos humanos, incluso luchan porque se respete su integridad y su vida. Tantas voces silenciadas por la homofobia. Tantas vidas rotas porque no se acepta la diversidad. Hijos que huyen de casa por la violencia y la discriminación. A veces el hogar no es un lugar seguro y la familia es el principal promotor de la opresión. De ahí que la comunidad LGBTTTIQ+ siga siendo un grupo en alta vulnerabilidad y marginación. Siempre acosado. Siempre señalado y estigmatizado.

Nuestro país, que normaliza conductas machistas, debe cambiar. No podemos permitir que las personas diversas a la heteronorma sufran exclusión, violencia, acoso y burlas por su expresión, identidad y orientación sexual. Esas personas que en múltiples ocasiones se les rechaza resultan ser nuestras hijas e hijos, hermanas y hermanos, amigas y amigos, y merecen respeto y admiración. En muchas comunidades se les aprecia pues, en honor a la verdad, son quienes dan el sustento a la familia. Son esas personas quienes están para todos, incluso cuando fueron rechazadas. Así de grande es su corazón generoso. Olvida. Perdona. Ayuda.

Debemos sensibilizarnos y, paulatinamente, generar un cambio. Nuestra sociedad es plural; rechazamos la uniformidad, la discriminación, el racismo y el clasismo. Arropamos el humanismo, la pacificación del país, la diversidad y el amor. Desde nuestro marco legal hemos avanzado. Principios como la no discriminación, la igualdad, la progresividad, juegan un papel trascendente al brindar una mejor protección y tutela a la comunidad gay; sin embargo, en otros grupos todavía la batalla es ardua. La comunidad trans es la más afectada. No se les reconoce la amplia gama de derechos humanos y los crímenes de odio causan estragos. No es ideología de género, son derechos humanos. Y se defienden.

Sigamos construyendo un México diverso. Sus luchas deben ser nuestras luchas. Sus exigencias, las nuestras. Ya lo decía Carlos Monsiváis, no hay libertad política si no hay libertad sexual. Se marcha porque queremos un cambio. Se alza la voz para que se visibilicen sus causas. Se manifiestan porque nunca más un clóset en dónde esconderse. Sin miedo, al pie de lucha. Amor es amor.

Y sí, “en la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi vida”. Y por la libertad de la comunidad LGBTTTIQ+ seguiré la lucha. O todes o nadie.

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