Por Arturo Nahle
En cualquier pacto, convenio, contrato, acuerdo o tratado, es común que haya malentendidos, incumplimientos o que por mil razones cambien las circunstancias o los intereses de las partes que lo suscribieron.
Pues el Tratado de Libre Comercio firmado el 30 de noviembre de 2018 por Peña Nieto, Donald Trump y Justin Trudeau no es la excepción, los norteamericanos están argumentando que México lo está violando y promoverán un “proceso de consulta”. El proceso de consulta es la primera fase de un proceso más amplio y complejo a través del cual se resuelven las controversias comerciales entre dos países, no es nada nuevo, al contrario, es muy frecuente.
Pues el tema que está en disputa no es la cocaína, las armas, los aguacates o la industria automotriz, no, el pleito es por el sector energético, los gringos quieren que sus empresas sigan teniendo las condiciones ventajosas que tuvieron en el pasado reciente con el pretexto de que ellos, a diferencia de las empresas mexicanas, si producen energía limpia y barata.
Eso es parcialmente cierto y, por lo tanto, parcialmente falso; la energía solar y eólica que producen las empresas privadas son energías renovables que no contaminan, sí, pero la energía hidroeléctrica, geotérmica, nuclear y hasta la de ciclo combinado que produce la CFE también es limpia, nada justifica despachar primero la de los privados y después la que produce la CFE.
Cuando se abrió el sector a estas empresas fue para el autoabasto, o sea para que las empresas pudieran generar la energía que ellas mismas consumen, no para que toda su producción se la vendieran a la CFE en condiciones preferenciales; y mucho menos para que a través de triquiñuelas abrieran un mercado paralelo.
En cuanto a que estas energías son más baratas eso es cierto, pero porque no pagan lo que deberían de pagar por el denominado “porteo”, o sea por el uso de la red eléctrica.
México tiene una de las redes eléctricas más grandes y complejas del mundo que lleva energía a casi 130 millones de personas, nos ha costado décadas y mucho dinero construirla y conservarla; si las empresas extranjeras la quieren usar para hacer negocio adelante, pero que paguen lo justo, ellos no regalan nada.
Lo que definitivamente sigo sin entender, es porqué hay mexicanos que defienden a las empresas extranjeras como si fueran propias, y no a Pemex y la CFE que si son nuestras.