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Legislar para la libertad

by Franco Elizondo Marquez

Por Geovanna Bañuelos

En días pasados tuve la oportunidad de visitar el Centro Estatal de Reinserción Social Femenil de Cieneguillas, Zacatecas. En un mundo muchas veces cruel y machista, son las mujeres a quienes más se les vulnera y desprotege en sus derechos. Un dolor profundo escuchar en sus testimonios que la necesidad económica, el engaño, la violencia patriarcal o el desconocimiento fueron el motor que las llevó a dar tales pasos.

Tenemos que repensar imperiosamente nuestro sistema penal y de justicia. Las mujeres, tristemente, seguimos siendo víctimas de una sociedad que nos olvida, estigmatiza y excluye. En ocasiones la propia justicia trae aparejado tal olvido. Mujeres que, a muy corta edad, se encuentran privadas de su libertad. Incluso, madres que tienen niñas y niños y que llevan la misma suerte. No se privilegia el interés superior de la infancia, ni el derecho a la salud integral de la mujer, ni siquiera el principio de unidad familiar. Somos seres sociales que necesitamos cariño y una familia que nos proteja. Cuando un derecho humano se vulnera, por su interdependencia, se terminan vulnerando todos los demás.

Las circunstancias y las decisiones que condujeron a estas mujeres a que estén privadas de su libertad no deben definir su vida. Y nosotros no debemos estigmatizar. No podemos definirnos en el pasado sino en el porvenir. Shakespeare decía que sabemos lo que somos, pero no lo que llegaremos a ser. Que ese momento oscuro que atraviesan sea de reflexión, de enseñanza y de una verdadera reintegración a la sociedad. No se les pueden vulnerar sus derechos humanos y en un Estado que aspira al humanismo, debemos encontrar nuevos mecanismos para no separar a una mamá de su hija o hijo.

Desde mi labor como legisladora he propuesto varias iniciativas para mejorar su calidad y condición de vida. Por ejemplo, he buscado que se privilegie en los centros de reinserción social el principio de unidad familiar; también, que existan espacios exclusivos para la alimentación y aseo de sus hijas e hijos, así como que se cuente con “bebetecas” y áreas de convivencia familiar libres de toda violencia.

Su salud debe ser prioridad. Por ello, se deben implementar jornadas médicas y acceso a mastografías y papanicolaou de manera periódica, así como ampliar la cobertura de atención médica. Para mujeres embarazadas en reclusión o madres con hijas e hijos menores de edad, he propuesto que sean consideradas a los beneficios pre-liberacionales y sanciones no privativas de la libertad, privilegiando el principio de unidad familiar.

Debemos seguir luchando por dejar una sociedad más justa, que proteja a las personas más vulneradas. Aquellas que en un momento dado pierden la esperanza. Como bien lo decía Séneca: aunque el miedo tenga más argumentos, elijamos siempre la esperanza.

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