Por Geovanna Bañuelos
El 25 de noviembre 1999 se designó como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el objetivo de honrar a las hermanas Mirabal conocidas como Las Mariposas, mujeres dominicanas que fueron asesinadas por oponerse a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, además para visibilizar las violencias que sufren diariamente millones de mujeres.
En nuestro país sin importar la edad, empleo o estatus, todas, sin excepción, son vulneradas ante una cultura patriarcal y machista. La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 del Inegi, muestra que el 70% de mujeres de 15 años o más, han experimentado al menos una situación de violencia ya sea psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación.
No hay que olvidar que la violencia económica es una de las más arraigadas en nuestra cultura. Por ejemplo, las mexicanas trabajan 3 mil 400 millones de horas a la semana por su labor dentro y fuera de casa, mientras que los hombres trabajan en promedio 2 mil 900 horas, pero su salario es superior.
Con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y septiembre de 2023, en cuanto a violencia ejercida contra las mujeres se reportaron más de 220 mil casos de violencia familiar, más de 53 mil lesiones dolosas, y la cifra lamentable de mil 955 homicidios dolosos y 625 feminicidios.
Es alarmante que la violencia no cese hacia este grupo poblacional, agredido desde hace siglos. En el país, han sido invisibilizadas y de hecho, algunos de sus derechos hasta hace poco han sido reconocidos.
La violencia en contra de la mujer en México es un problema que requiere el compromiso de cada uno de los sectores de la sociedad. Se necesita educación, un sistema de justicia más eficiente y una cultura que rechace activamente todas las formas de violencia contra ellas.
El Estado debe asumir el compromiso irrevocable de la defensa, respeto y protección de sus derechos, garantizarles mejores condiciones a las niñas, adolescentes y mujeres para que consigan la libertad económica, política y social que les permitan vivir dignamente. Para lograrlo, nuestra sociedad requiere informarse sobre paridad, igualdad y género. Es responsabilidad de todos contribuir en su erradicación.
Aunque se han dado grandes pasos y se han abierto más espacios de igualdad para su emancipación del sistema opresor, la violencia de género continúa siendo un tema pendiente. La lucha debe continuar, porque las mujeres en la lucha se encuentran y construyen redes de apoyo. Que retumbe en cada rincón del país: las mujeres se quieren vivas, libres y sin miedo.