Por Geovanna Bañuelos
Muchos recordamos lo que sentimos aquel día: frustración y enojo ante los enunciados racistas, clasistas y xenofóbicos que salían de la boca de un curioso personaje, mientras revelaba sus aspiraciones políticas: llegar a la Casa Blanca. Para hacerse del poder apeló a un enemigo común de los supremacistas blancos: los mexicanos y en particular, a nuestros paisanos migrantes centró su campaña de desprecio al señalarlos como drogadictos, delincuentes y violadores. Un año y medio más tarde, Donald J. Trump se convertiría en el 45° presidente de los Estados Unidos de América. Durante su gestión, los medios de comunicación conservadores difundieron propaganda antiinmigrante, lo que ocasionó una serie de violaciones generalizadas a los derechos humanos.
Si bien, hoy Trump está siendo juzgado por traición a la constitución de Estados Unidos; esto no significa que su ideología anti humanista haya fenecido. Por el contrario, los simpatizantes del magnate crecen día con día, al igual que el odio que incitó e incita. Entre sus acólitos está Gregg Abbott quien se reeligió como gobernador de Texas con el enorme apoyo de Donald Trump en el año 2020. El mandatario texano afirmó que continuaría con la construcción del muro. En un día normal de julio, los mexicanos se levantaron, voltearon a ver al Río Bravo y notaron algo extraño: 300 metros de boyas con púas en el límite de nuestra nación y Estados Unidos. Trump no pudo construir su muro, pero Abbott sí: un muro flotante diseñado para atrapar migrantes. Por si fuera poco, propuso la expulsión de 28 mil 530 migrantes de ciudades o localidades texanas.
Hoy, el gobernador de Texas ya es responsable de la muerte de dos migrantes, quienes valientemente se atrevieron a soñar para cruzar el Río Bravo en la búsqueda de esperanza y llevar mejor calidad de vida para sus familias. Lamentablemente, una púa de las boyas del muro flotante eliminó cualquier atisbo del futuro. Estados Unidos y, en especial el gobierno texano, se encuentra en una grave violación del Tratado de Aguas Internacionales de 1944, así como de diversos instrumentos internacionales en materia de derechos humanos. No solamente están atentando contra nuestra soberanía, sino más grave aún, se está implementando una política de Estado antiinmigrante, con un claro desdén por y hacia el otro, hacia el ser humano.
Los migrantes son auténticos héroes y soporte para sus seres queridos por las remesas que envían. Para lograrlo, muchos tuvieron que cruzar la frontera y seguirán intentando el largo, tortuoso y peligroso camino de la migración, sin embargo, absolutamente a nadie debe costarle la vida.
¡Ningún ser humano es ilegal!