La denominada “profesión más antigua del mundo”, conocida coloquialmente como “prostitución” y cuyo término correcto es “trabajo sexual”, se remonta al siglo XVIII A.C. en la antigua Mesopotamia, donde ya existían leyes que protegían a las mujeres que realizaban este trabajo. A pesar de estar presente en la sociedad desde la antigüedad, es la profesión más estigmatizada, lo cual ha provocado que este sector esté sumamente desprotegido, rezagado y olvidado.
Los intentos de poner este tema sobre la mesa para una regulación laboral han sido en vano. Las trabajadoras y los trabajadores sexuales siguen siendo vulnerables y han sido objeto de olvido en la protección de sus derechos humanos y justicia, debido al complejo contexto de discriminación social y laboral, proveniente de la criminalización, prejuicios, estigmas morales, patriarcado, violencia, pobreza, falta de oportunidades y restricciones para el libre ejercicio de la sexualidad. Estos factores hacen que las personas trabajadoras no sean visibilizadas.
Es importante distinguir los delitos como la trata de personas, turismo sexual, entre otros. Sin embargo, el trabajo sexual es la forma de sobrevivencia para algunos mexicanos y debe ser reconocido como una labor digna. En un Estado democrático de derecho lo que se rechaza es el atentado a la libertad, pero nunca su ejercicio efectivo. En este sentido, presenté una iniciativa la cual busca establecer un capítulo denominado “De las personas trabajadoras sexuales”, para establecer la definición de trabajo sexual, respetar todos sus derechos establecidos en la Constitución, así como la dignificación de su trabajo. Igualmente, se establece su derecho a la salud, a la educación sexual y reproductiva; a que ninguna de las partes sea obligada a realizar relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos; a no ser violentadas ni física, emocional y/o psicológicamente. A ser respetadas por las autoridades y que no sean estigmatizadas.
En un país donde la hipocresía no debe ser la norma, debemos de buscar todos los mecanismos y herramientas para dignificar su labor y su libre sexualidad. Hagamos frente a todos los delitos inherentes a la prostitución con el objetivo de proteger este empleo formal y no vulnerar a las personas trabajadoras que buscan un sustento. Poner este tema sobre la mesa, es visibilizar las carencias en derechos humanos que viven y enfrentan diariamente. Omitir la realidad es perpetuar este prejuicio. Aboguemos por las y los trabajadores sexuales.