Por Geovanna Bañuelos
“La Revolución se nutre de cerebros y de nobles corazones”, palabras de Ricardo Flores Magón, fallecido hace cien años, el 21 de noviembre de 1922. Recordamos al gran ideólogo liberal y quién con su pensamiento, convicciones, valores y activismo popular se convirtió en pieza clave del pensamiento político.
Creció en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, donde las oportunidades de sobresalir eran escasas. Sus padres tomaron la decisión de trasladarse a la capital del país, años más tarde ingresaría a la escuela de Jurisprudencia. Su ímpetu rebelde lo llevó en varias ocasiones a animar a sus compañeros a salir a la calle para protestar contra los abusos de la dictadura de Porfirio Díaz. Antes de cumplir veinte años, fundó, junto con su hermano y compañeros, su primer periódico: El Demócrata, donde valientemente denunció la corrupción en los tribunales de justicia y los abusos que cometían los propietarios de fábricas y haciendas.
El 7 de agosto de 1900 los hermanos Jesús, Enrique y Ricardo Flores Magón, fundaron el periódico Regeneración. A través de sus páginas denunciaron, por primera vez, las atrocidades del gobierno tirano de Porfirio Díaz, razón por la cual los hermanos Magón fueron presos políticos. Intentaron quebrar su espíritu mediante la tortura. Encarcelaron sus cuerpos más no sus ideales.
En 1902 se hizo a cargo junto con su hermano menor, Enrique, de la publicación y tiraje de El Hijo del Ahuizote, puntual sátira al dictador. Dada la resonancia que tenía Ricardo Flores Magón en el clamor social en 1903 los tribunales pronunciaron un fallo en el que prohibía la circulación de cualquier periódico donde figurara su nombre. La persecución de la que fue objeto por su incansable lucha por la libertad y la justicia lo obligó a exiliarse en los Estados Unidos, pero sus ideales se divulgaron y contribuyeron al estallido de la transformación nacional.
En su pluma, encontró la mejor arma para denunciar la arbitrariedad. “El derecho de rebelión penetra en las conciencias, el descontento crece, el malestar se hace insoportable, la protesta estalla al fin y se inflama el ambiente”. Su lucha ha trascendido más allá de su tiempo, primero en las mentes de los próceres revolucionarios y posteriormente, en aquellas personas que comprendieron la fuerza de su pensamiento que sigue vigente hasta nuestros días, particularmente en quienes creemos en la transformación de nuestro país. Como bien expresó: “La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte”.