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Romper el techo de cristal

by Franco Elizondo Marquez

Por Geovanna Bañuelos

El techo de cristal es el conjunto de barreras imperceptibles a las que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional. En otras palabras, el techo de cristal está compuesto por las restricciones, estigmas y obstáculos que impiden a las mujeres acceder o permanecer en puestos de responsabilidad, coordinación y dirección. Las mujeres en México se enfrentan a un sinnúmero de impedimentos para participar tanto en la vida profesional como en la vida pública de nuestro país. En el devenir de la historia, su voz ha sido sistemáticamente silenciada. Pero la historia está hecha para cambiarse.

El pasado lunes 2 de enero ocurrió un hecho histórico, la ministra Norma Lucía Piña Hernández se convirtió, gracias al voto de 6 integrantes del Pleno, en la primera mujer en presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como del Consejo de la Judicatura Federal. Su cargo durará cuatro años. Para dimensionar esta situación es necesario señalar que durante 200 años, solo 14 mujeres han logrado ser ministras.

La primera que logró acceder a este espacio fue la ministra María Cristina Salmorán de Tamayo en 1961. Su nombramiento causó revuelo y en medio de un machismo que imperaba en esa época, a manera de mofa, se proponía transformar el nombre de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a “la Suprema Corte de Justicia y Confección”. Ese es el techo de cristal, el machismo que tristemente impera en nuestra sociedad y que obstruye espacios públicos a nuestras mujeres.

“Agradezco a las que siempre han creído, a las que no se han cansado de buscar cambios que poco a poco arrinconan nuestra cultura patriarcal”, esas fueron las primeras palabras de la Ministra Presidenta. La razón le asiste. El que hoy existan mujeres en puestos de la Administración Pública es gracias a nuestras predecesoras, quienes nos enseñaron a luchar, a alzar la voz y a romper las cadenas.    

La participación de las mujeres en la vida pública y, sobre todo, en las instituciones del Estado mexicano es uno de los pilares fundamentales de nuestra democracia. El que una mujer presida el máximo tribunal constitucional, es solo un paso más en el camino de derechos conquistados. Somos la revolución.

Es necesario seguir transformando para dignificar, proteger y respetar los derechos humanos de todas las personas y en especial de aquellas que se encuentran en estado de vulnerabilidad. Con este acontecimiento, como la Ministra Presidenta Norma Piña lo expresó, se rompió lo que parecía un inaccesible techo de cristal. Aún falta derribar todas aquellas edificaciones que discriminan, marginan y obstaculizan la participación plena de las mexicanas en la vida pública de nuestro país.

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