Por Geovanna Bañuelos
Setenta años, parece poco tiempo, pero es un recordatorio del largo camino hacia la consolidación de una democracia que incorpora las voces, perspectivas y experiencias de todas y todos sus ciudadanos. El voto femenino no fue simplemente el acto de depositar una papeleta; simbolizó el despertar y reconocimiento de la mitad de la población que había sido marginada en la toma de decisiones democráticas que inciden en temas torales como educación, salud, bienestar, seguridad y derechos humanos.
La voz femenina es escuchada a través del sufragio y porque representa la mitad de la población. Al ejercer el derecho al voto, se tiene la capacidad de cambiar el rumbo de la nación. Somos legisladoras, activistas, líderes comunitarias, jueces y, en cada uno de estos roles, trabajamos para crear leyes y luchar por el reconocimiento y garantía plena de nuestros derechos, en particular, el derecho a la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, a la seguridad, a la educación y a vivir una vida libre de toda forma de violencia, especialmente la violencia machista.
No podemos permitir que, por el simple hecho de ser mujeres, se nos acose, menosprecie, sexualice, niegue un trabajo, grite, viole o se nos asesine. El patriarcado es el origen de esta violencia y juntas debemos enfrentar estos retos para derrotar este sistema y reemplazarlo por uno equitativo. Para lograrlo, es esencial unirnos, organizarnos y no permanecer calladas.
La historia de Narges Mohammadi, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2023, me inspiró profundamente. Una activista iraní de 51 años que fue encarcelada por defender sus ideales: ayudar a activistas encarcelados y a sus familias. Su espíritu de solidaridad me lleva a reflexionar: sí, ella lucha incansablemente en un país donde las mujeres carecen de derechos, entonces, en México -un país libre-, debemos redoblar esfuerzos para alcanzar una sociedad igualitaria.
Por todas las mujeres, recordemos que el voto es un derecho humano y debemos salvaguardarlo, continuando así nuestra lucha por la dignidad. Al unirnos, alzamos nuestras voces y votos, y continuamos siendo agentes de cambio, constructoras de un México que reconoce y valora a todas sus ciudadanas. A todas las niñas, adolescentes y mujeres de México, les digo: sigamos escribiendo nuestra historia. Es momento de erradicar el machismo, la opresión, el odio, la violencia, la ignorancia y luchar por la igualdad. Es tiempo de un México inclusivo.
Es tiempo de mujeres.