Por Geovanna Bañuelos
En tiempos de constantes amenazas externas, México se enfrenta a un reto que exige unidad y fortaleza. La reciente crisis diplomática generada por el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al acusar al gobierno mexicano de tener nexos con el narcotráfico y amenazar con imponer aranceles, puso a prueba la capacidad de negociación y liderazgo del gobierno mexicano. En este escenario, la figura de Claudia Sheinbaum Pardo brilló con luz propia. A pesar de la hostilidad y la presión internacional, consciente de los efectos devastadores que tendría una guerra comercial, mantuvo una postura firme y digna al defender la soberanía de nuestro país, reiterando un principio fundamental: “colaboración si, subordinación no”.
Su respuesta ante la amenaza de los aranceles no fue solo un ejercicio de diplomacia, sino también una muestra de su talante de estadista. Gracias a su habilidad negociadora, logró detener este fuerte golpe a la economía mexicana y al mismo tiempo consolidó un acuerdo en el que Estados Unidos se comprometió a frenar el tráfico de armas. En lugar de dejarse intimidar o caer en la confrontación sin sentido, la Presidenta logró un acuerdo que no solo preserva la dignidad de México, sino que también pone de manifiesto su capacitad para gestionar crisis internacionales con pragmatismo y respeto.
Lo que es lamentable es la actitud de la oposición, que, en lugar de reconocer los méritos y logros de la Presidenta, parece querer “hacer leña del árbol caído”. En lugar de buscar el interés nacional, algunos sectores se empeñan en celebrar las afrentas de Trump, como si se jactaran de que México estuviera en una posición de debilidad. Esta actitud no solo es destructiva e irresponsable, sino que pone en riesgo la unidad que tanto necesitamos en tiempos de adversidad.
Es especialmente grave que algunos se sumen al discurso de Donald Trump, afirmando que los nexos con el narcotráfico son reales. Tal narrativa no solo es infundada, sino que ignora la realidad histórica. Si de nexos se trata, lo que está comprobado es la estrecha relación de administraciones pasadas con ciertos cárteles.
Es hora de dejar atrás las divisiones internas y unirnos en torno a la figura de nuestra Presidenta, quien, por cierto, tiene el 81% de la aprobación de los mexicanos. El futuro de México depende de nuestra capacidad para poner a un lado los intereses partidistas y trabajar juntos por el bienestar de nuestra nación. Hoy, más que nunca, México necesita cohesión.
