Por Geovanna Bañuelos
Dolor, impotencia e indignación al leer de manera recurrente en las noticias, historias como el asesinato de dos policías del municipio de Guadalupe, Zacatecas, en el cumplimiento de su deber. Esta realidad se repite cada vez más en nuestro país, donde aquellos encargados de protegernos terminan siendo víctimas. ¿Quién cuida a quienes nos cuidan?
El asesinato de policías locales y municipales en México ha alcanzado cifras alarmantes. Según Causa en Común, en 2021 se registraron 489 policías asesinados y en 2022, fueron 419. Hasta abril de 2023, ya se contabilizan 161 casos, es decir, diariamente un policía es asesinado. Las entidades donde se contabilizan más homicidios son Guanajuato (25), Zacatecas (17), Chihuahua (15), Michoacán (12), Colima (11) y Nuevo León (10). Estos datos nos llevan a reflexionar sobre la protección y la situación de peligro en la que viven los integrantes de los cuerpos policiacos.
Zacatecas, mi estado, donde se vive una severa crisis de inseguridad y frecuentes atentados contra corporaciones de seguridad, tiene una diversidad de municipios donde no cuenta policías o solo tienen menos de cinco elementos. Esto pone en evidencia la vulnerabilidad de nuestras fuerzas del orden y la indefensión en la que se encuentra la sociedad.
La Guardia Nacional, creada para combatir la inseguridad y mejorar la protección de la ciudadanía, ha sido un esfuerzo importante en esta lucha. Pero es necesario brindar mayor apoyo a nuestras fuerzas de seguridad locales y municipales, que son el primer contacto con la población en situaciones de riesgo.
He presentado diversos puntos de acuerdo para atender esta problemática, buscando proteger los cuerpos policiacos y garantizar la seguridad de todos los mexicanos. Pero es fundamental que como sociedad también tomemos conciencia de la situación de peligro que enfrentan nuestros guardianes del orden.
Algunos de estos valientes policías han tenido que abandonar sus cargos por temor a ser asesinados, y es absolutamente inaceptable que esto siga ocurriendo. Aunado a que en algunos casos no cuentan con armamento y equipo adecuado, adiestramiento y protocolos de actuación, seguro de vida o pensión y protección para sus hijos, viudas y familiares en caso de deceso.
Desde este espacio de opinión, mi tributo en memoria de las y los policías caídos en el cumplimiento de su deber. Y mi gratitud para aquellos uniformados que conociendo los riesgos de su labor, protegen a la población.