Las bajas temperaturas registradas durante la noche y madrugada causan el congelamiento del agua y esto, a su vez, que las tuberías truenen por la presión. Son dos las principales afectaciones: el desperdicio de agua cuando el hielo vuelve a su estado líquido y el costo de mantenimiento para sustituir el tramo dañado.
En cuanto a las fugas de agua, pueden ser de hasta 1 mil litros por cada hora de servicio, con el consecuente impacto en el recibo.
Para evitar dichas afectaciones, los usuarios deben cubrir las tuberías que se encuentran a la intemperie, incluida la toma domiciliaria en el frente de la vivienda y el medidor.
También deben protegerse los tubos que estén en la azotea y en patios, para lo cual se pueden utilizar materiales prefabricados especiales, espuma aislante, papel periódico o inclusive alguna tela que se tenga en el hogar, con cinta para evitar que se moje.